Apatzingán, Michoacán., 21 de octubre de 2025.- El campo mexicano vuelve a teñirse de luto. Bernardo Bravo Manríquez, presidente de la Asociación de Citricultores en Apatzingán, Michoacán, fue asesinado la tarde del pasado lunes 21 de octubre, mientras se dirigía a una reunión con productores de limón en la región de Tierra Caliente.

De acuerdo con los primeros reportes, el joven líder de 36 años fue atacado a balazos y su cuerpo quedó dentro de la camioneta en la que viajaba. Bernardo Bravo se dirigía a un encuentro con otros limoneros con el objetivo de organizar estrategias para evitar la intervención de los llamados coyotes, intermediarios que imponen precios injustos a los productores.
El propio Bravo Manríquez había denunciado en reiteradas ocasiones las extorsiones que el crimen organizado exige a los trabajadores del campo, así como la falta de seguridad y de apoyo gubernamental hacia el sector agrícola. En días recientes, había encabezado protestas y declaraciones públicas en defensa de los precios justos para el limón, además de señalar la crisis que atraviesa la citricultura en Michoacán.
“Pagas por trabajar y si denuncias, no hay quien te cuide”, había dicho en una de sus últimas intervenciones, reflejando la desesperación y vulnerabilidad que enfrentan miles de productores en el país.
El asesinato ocurre en medio del paro nacional de productores agrícolas que desde la semana pasada exige al Gobierno Federal políticas públicas efectivas, precios justos, seguridad en las zonas rurales y protección frente al crimen organizado.
Bernardo Bravo Manríquez se convirtió en símbolo de esa lucha. Su voz representaba a campesinos, jordaneros y limoneros que hoy exigen justicia y garantías para seguir trabajando sin miedo.
“El campo nos sostiene a todos. No nos sintamos ajenos a quien nos da de comer”, fue una de las frases que marcó su activismo. Hoy, su muerte deja un profundo vacío entre quienes buscan un futuro digno para la agricultura mexicana.
