“Presa La Boquilla; a un 17 %: Cronica

Camargo.- 16 de agosto del 2024. En medio de la vasta y árida extensión del distrito agrícola de Camargo y la región, la escena se repite año tras año, pero nunca deja de ser motivo de preocupación. Los agricultores, con la mirada fija en el horizonte y los dedos cruzados en señal de esperanza, continúan extrayendo agua de la presa La Boquilla, sin que nadie intervenga ni ponga un alto a esta práctica que parece haberse convertido en rutina para unos cuantos Magnates de la región.

La presa, antaño un gigante de agua, ahora se encuentra al borde del agotamiento. Solo el 17% de su capacidad, y eso incluyendo el azolve que ha ido acumulándose a lo largo de los años, es lo que queda para sostener la vida agrícola de toda la región. Pero mientras el agua sigue fluyendo, como un susurro persistente que parece ignorar el peligro inminente, los rostros de los hombres y mujeres que dependen de ella se endurecen, cada uno lidiando con la misma incertidumbre: ¿cerrar las compuertas ya, o esperar un mes más con la esperanza de que llegue la tan ansiada lluvia?

“Es la misma fe, la que debemos tener, de que sí, nos lloverá, y es la misma fe que debemos tener, para ya cerrar las compuertas de la presa, y tener fe que se va a levantar buena cosecha,” comentó un religioso, cuyas palabras resonaron en las mentes y corazones de aquellos que lo escucharon. Su mensaje, un reflejo de la tensión entre la necesidad inmediata y la esperanza a largo plazo, dejó a muchos pensando en qué camino tomar.

Mientras tanto, el agua sigue su curso, deslizándose por los canales y hacia los campos que, sin ella, estarían destinados a convertirse en polvo. La pregunta que muchos se hacen es: ¿qué nos espera dentro de un mes? Solo dos lo saben, como dice el dicho, Dios y el tiempo. Y en esta encrucijada, mientras unos rezan por un milagro y otros miran al cielo en busca de una señal, la presa continúa vaciándose, gota a gota, minuto a minuto.

En este escenario de incertidumbre, el debate se mantiene vivo. Las decisiones que se tomen en los próximos días podrían determinar el destino de la cosecha y, con ella, el sustento de miles de familias. Mientras tanto, el reloj sigue avanzando, y la presa, otrora símbolo de abundancia, se convierte en un recordatorio constante de la fragilidad de la vida en el campo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *