¿Quién protege a los maestros?

Camargo, Chih.- 14 de septiembre de 2025. En este mes de septiembre, donde se conmemoró el Día Internacional para la Prevención del Suicidio, abundan programas y campañas de apoyo para atender la salud mental de los alumnos. Sin embargo, surge una pregunta importante: ¿y los docentes? ¿quién los cuida, quién los protege?

Para profundizar en este tema, sostuvimos una amena charla con la profesora Mayra Ivette Piñera Campos, directora de la escuela Estatal 3063 en la colonia Abraham González.

“Pocas personas se preocupan por la salud mental del personal docente. Hoy tenemos un alto índice de maestros jóvenes que renuncian a su plaza, y otro tanto que vive con depresión o bajo tratamiento psiquiátrico por la ansiedad que genera este trabajo. El miedo constante a ser agredidos, ya sea por alumnos o por padres de familia, nos coloca en una situación muy vulnerable… y los Derechos Humanos pocas veces nos protegen”, compartió.

La docente explicó que, aunque el pago es por horas frente a grupo, el trabajo no termina en la escuela:

“Sí, lo sabíamos cuando elegimos esta profesión. Pero cada ciclo escolar la carga aumenta más y más. Nos prometen aligerar los trámites, y pasa lo contrario: cada vez hay menos tiempo para lo esencial, que es educar. Cuidamos la salud mental de nuestros alumnos… pero, ¿quién cuida la nuestra?”.

En su testimonio, también señaló los retos con los que se enfrenta la educación actual:

“Si un niño se cae, la culpa recae en el maestro, aunque tengamos 577 alumnos al mismo tiempo. Si un alumno malinterpreta un comentario, ya se considera agresión. Vivimos en una generación de cristal, con padres de cristal. El problema no son los niños, sino que muchos padres, al no estar presentes, intentan compensar con permisividad cualquier queja, aunque no tenga fundamento. No hablo de castigos físicos, hablo de disciplina. De poder decirles cuando algo está mal, porque en el 99% de los casos lo hacemos pensando en su bienestar, no en perjudicarlos”.

La maestra cerró la conversación con una reflexión cargada de sentido común:

“Sabemos que si un arbolito no se corrige a tiempo, se enchueca. Hoy, la sociedad, los Derechos Humanos y las redes sociales no nos permiten formar con firmeza. Papás, recuerden: de amor nadie se muere, pero de la ausencia sí”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *